Pisto manchego. Dos palabras que me hacen salivar con tan solo escucharlas, como si en perro de Pavlov me hubiera convertido (solo que sin el sonido de la campana).
Mucho antes de que, en marzo de 2017, decidiera decir adiós a las carnes y pescados y aumentar la cifra de vegetarianos en el planeta, mi amor por el pisto manchego era infinito. Esa mezcla de tomate, pimiento, calabacín, cebolla y ajo, bien cocinada, siempre me ha parecido una exquisitez, solo superada por un pisto manchego con huevos fritos y buen pan con el que mojar y rebañar el plato. Ahora, mi recién estrenado vegetarianismo me hace apreciarlo más aún (si cabe), prepararlo más a menudo que nunca y seguir disfrutándolo hasta el infinito y más allá.
Por ello, el pisto manchego se ha convertido en un gran amigo y aliado de mi dieta, sobre todo cuando salgo a comer fuera de casa pues tiene cabida en la mayoría de cartas de restaurantes de este país. Un comodín excelente para esas ocasiones, aunque mucho nos queda por aprender y mejorar a los españoles sobre la oferta vegetariana de nuestros establecimientos hosteleros. Pero, mientras evolucionamos hacia el futuro (presente ya en muchos otros países), siempre puedo recurrir al grandioso pisto manchego. O casi siempre.
Indice
Sobre el pisto manchego
Pisto es una palabra castellana que significa «muy troceado», una explicación maravillosamente sencilla de lo que es una de las recetas de verduras más populares de la gastonomía española de la que existen muchas variantes. Una de ellas, el pisto manchego, es la tradicional de la cocina castellana y la que os cuento a continuación es la que se ha hecho en mi familia de toda la vida. No tiene por qué coincidir con la vuestra.
Tal y como ocurre con muchas de nuestras recetas clásicas, parece ser que el pisto manchego nace en las humildes cocinas de los campesinos como forma de dar salida a los productos frescos de la huerta. Un plato básico que comían los propios jornaleros cuya versión más simple contenía solo dos ingredientes, tomate y pimiento verde, a los que se fueron sumando otros como el pimiento rojo, la cebolla, el ajo y el calabacín.
Encontramos muchos parecidos entre el pisto manchego y otras recetas internacionales como el ratatouille, el shakshuka y la caponata siliciana. Existen igualmente otros tipos de pisto (que no todo va a ser manchego, oigan) a lo largo y ancho de la geografía española, como el pisto andaluz o alboronía, el riojano, el madrileño, el murciano, el bilbaíno, la xanfaina catalana o el tumber balear o mallorquín. Cada cual con matices propios, pero todos igualmente irresistibles.
La receta de pisto manchego
El pisto manchego es sencillo, pero es necesario tener un poco de paciencia y mucho mimo. Es una receta que lleva su tiempo y no sabe de prisas, sobre todo si queremos obtener un buen resultado. Para elaborarlo hay que cocer todos los ingredientes en la misma cacerola y añadirlos en función de sus tiempos, comenzando por los que más tardan y terminando por los que menos.
- 3 tomates maduros
- 1 pimiento verde
- 1 pimiento rojo
- 1 calabacín
- 3 dientes de ajo
- 1 cebolla grande
- 80 g de aceite de oliva virgen extra
- Sal
- Pelamos los tomates, los cortamos por la mitad y retiramos las semillas. Trituramos y reservamos.
- Lavamos los pimientos, retiramos el pedúnculo, las semillas y las partes blancas del interior. Cortamos en tiras de 1 cm aproximadamente y luego en trozos del mismo grosor. Reservamos.
- Lavamos el calabacín, lo cortamos en dados de 1 cm o de un tamaño lo más parecido a los trozos de pimiento.
- Pelamos y picamos los dientes de ajo y la cebolla.
- Calentamos el aceite de oliva virgen extra en una cacerola y añadimos los dientes de ajo y la cebolla picados. Rehogamos a fuego suave unos 5 minutos.
- Añadimos los pimientos, removemos y sofreímos unos 3 minutos.
- A continuación incorporamos los dados de calabacín, removemos y rehogamos de nuevo un par de minutos.
- Por ultimo, incorporamos el tomate triturado, sazonamos y dejamos cocer durante unos 45-50 minutos con la cacerola tapada o hasta que las verduras estén en su punto.
- Probamos el punto de sal y rectificamos de ser necesario.
Cómo hacer pisto manchego con Thermomix
- Lavamos el tomate, lo colocamos en el vaso del Thermomix y trituramos 10 segundos, velocidad 5. Reservamos.
- Aclaramos el vaso antes de añaddir los dos tipos de pimiento (limpios, vaciados y en trozos grandes) y la cebolla (pelada y en cuartos). Tituramos 8 segundos, velocidad 4. Volcamos en el cestillo y reservamos.
- Ponemos en el vaso el calabacín (lavado y cortado en discos de 2 cm). Trituramos 4 segundos, velocidad 4.
- Añadimos al vaso el aceite de oliva virgen extra junto con el pimiento y cebolla reservados. Programamos 15 minutos, temperatura Varoma (o 120ºC), giro a la izquierda, velocidad cuchara.
- Incorporamos el tomate triturado, sal al gusto y programamos 20 minutos, temperatura Varoma (o 120º), giro a la izquierda, velocidad cuchara.
Consejos para un pisto manchego fetén
- Para pelar el tomate fácilmente podemos usar un pelador especial o escaldarlo. Para esto último hacemos un corte en forma de cruz en la base de cada pieza y lo introducimos 30 segundos en una cacerola con abundante agua hirviendo. Retiramos y refrescamos en agua helada antes de pelar.
- Cuando mejor sale el pisto manchego es en temporada de tomate, calabacín y pimiento. No solo tiene mucho más sabor sino que el coste de las verduras es mucho más económico, así que ¡a preparar y comer pisto entre junio y agosto como si no hubiera un mañana!
- Es recomendable dejar reposar el pisto manchego entre 30 y 4o minutos antes de consumirlo. Gana mucho con el reposo, los sabores se asientan y el conjunto se homogeneiza.
- Indispensable el uso de un buen aceite de oliva virgen extra. En esta receta y en todas, pero en esta se nota más aún. Palabrita.
Con qué acompañar el pisto manchego
Lo más tradicional es acompañar el pisto manchego con huevos fritos y buen pan. Pero como las tradiciones (igual que las reglas) están para ser rotas, nada os impide cocinra los huevos como mejor os parezca, acompañarlo de cualquier otro alimento o que, simplemente, comerlo tal cual. Eso sí, no os quedéis sin hacer ni comer pisto manchego. Que vivan las recetas de toda la vida, córcholis.
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