De siempre mi familia me ha llamado «monstruo de las galletas». Mi pasión por las galletas me acompaña desde que mi memoria alcanza a recordar. Siempre cuentan mis padres que, durante unas vacaciones de verano, desaparecí sin más. Después de un buen rato buscándome por el jardín de nuestra casa y sus alrederores, me encontraron en la casa de los vecinos, sentada en el suelo de la cocina, comiendo galletas a dos carrillos, más feliz que una perdiz y sin el más mínimo atisbo de culpabilidad.
Lo cierto es que no recuerdo cómo me colé en otra casa, supongo que la verja del jardín estaría abierta y que aprovecharía la oportunidad para colarme. Tampoco recuerdo cómo llegué hasta la cocina ni cómo sabía dónde guardaban nuestros vecinos sus galletas.
¿Sería que esa pasión por las galletas aguzó mi instinto? (jejeje)
Con los años mi amor por las galletas no ha hecho sino crecer, y al mismo ritmo que ha crecido la variedad que ahora podemos encontrar. Es increíble la cantidad de tipos que hay en la actualidad: galletas de fibra, con frutas, con frutos secos, con cobertura de chocolate negro, blanco, con relleno de chocolate, con canela, de mantequilla, etc.
Si alguien me hubiera avisado de ello…¡no estoy segura de que mi corazoncito de niña hubiera podido resistir tal emoción!
Después de esta introducción os podréis imaginar la ilusión tan enorme que me hizo leer que el reto de este mes de Film and Food giraba en torno al mundo de las…GA-LLE-TAS. «Yupieeeee» pensé instantáneamente, aunque la ilusión fue más bien inicial porque, a pesar de ser tan galletera, nunca me he metido de pleno en el arte de prepararlas. Y eso se ve claramente en mi blog en el que sólo tengo unas galletas de mantequilla publicadas y unos meinis o pan de mej. Y es que no he hecho mucho más.
Alguna vez me he lanzado a preparar las tradicionales chocolate chip cookies pero de ahí no pasa mi experiencia en este campo. No tengo recetas de galletas de modo que, cuando Alba e Ingrid nos propusieron elegir entre «intercambio de galletas» o «intercambio de recetas» me costó decidirme. Y es que no me veía encajada ni en una cosa ni en la otra pero, al final, opté por el «intercambio de recetas».
Este «intercambio» me ha tocado hacerlo con Marina, del blog Blaukitchen, a quien no conocía y con quien he encajado a la perfección desde el primer correo intercambiado. Marina no sólo es una cocinera excelente, como nos muestra en su blog, sino una persona amable, divertida, activa, amena, flexible, sociable y entrañable. Durante estas últimas semanas nos hemos ido conociendo mejor y he disfrutado enormemente de ello.
Alba, Ingrid…mil gracias por este maridaje tan estupendo que habéis hecho. No podría haber funcionado mejor 🙂
Bueno, voy a ir al grano que para lo que realmente estoy hoy aquí es para hablaros de la receta que Marina me pidió que hiciera: las afghan biscuits o galletas afganas.
Marina me envió la receta del libro de Martha Swift y Lisa Thomas «The Primrose Bakery Book» en el que nos cuentan que son las galletas favoritas de los australianos. Sin embargo, yo he curioseado un poco por internet y también he leído, en Wikipedia, que son las galletas tradicionales de Nueva Zelanda.
Al margen de la polémica sobre su origen, estas galletas son deliciosas, fáciles y rápidas de preparar así que no hay excusa para no encender el horno y darse un capricho.
¿Os cuento cómo?
Necesitamos
- 200 grs de mantequilla (temperatura ambiente)
- 75 grs de azúcar moreno
- 185 grs de harina de trigo tamizada (en la receta original son 175 grs)
- 25 grs de cacao en polvo
- 50 grs de corn flakes
Para la cobertura
- Icing de chocolate (lo compré en Lidl)
- Nueces (peladas y partidas por la mitad)
Preparación
Pre-calentamos el horno a 160 ºC (función turbo) o 180 ºC (horno convencional, arriba y abajo).
Aplastamos la mantequilla con un tenedor y le añadimos el azúcar. Removemos hasta que se haya incorporado.
A continuación, añadimos la harina y el cacao. Removemos nuevamente hasta que tengamos una mezcla homogénea.
Por último, añadimos los corn flakes y removemos hasta que se hayan incorporado a la mezcla.
Con las manos tomamos pequeñas cantidades de la mezcla y las colocamos sobre una bandeja de horno cubierta con papel vegetal. Aplastamos ligeramente. Debemos dejar espacio entre ellas porque, con el calor, se expanden y no queremos que se nos junten unas con otras.
Horneamos durante 12-15 minutos.
Dejamos templar en la misma bandeja de horno antes de transferirlas a una rejilla para que endurezcan.
Una vez frías pasamos a cubrirlas con el chocolate y, seguidamente, las coronamos con un trozo de nuez.
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