En casa están encantados porque en los últimos veinte días han comido croquetas, al menos, cuatro veces y cada vez una receta diferente. Normalmente, si repito alguna receta con tanta frecuencia, algún comentario dejan caer para que no vuelva a hacerla en unas semanas. Sin embargo este no ha sido el caso con las croquetas. Son tan forofos que no ha habido ni la más mínima protesta.
Esta va a a ser la última receta de croquetas que publique este mes y quiero despedir mi «racha» con la más clásica de todas: las croquetas de pollo.
Espero que, con tanta publicación de croquetas, os resulte más fácil encontrar inspiración y os animéis a participar en el HEMC de julio. Os recuerdo que el plazo para presentar vuestra recetas finaliza el 25 de julio (el 26 publicaré el resúmen).
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Partiendo de la base de la receta para la masa de bechamel para croquetas, el resto de ingredientes que necesitamos son:
- Una pechuga o muslo de pollo finamente picado (yo usé sobras de pollo asado)
- 1 huevo
- Pan rallado
- Aceite de oliva suave
Preparación
Una vez lista, retiramos la masa del fuego y la pasamos a un plato o fuente para que se enfríe. La guardamos en la nevera hasta el momento de envolver o montar las croquetas.
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Para preparar las croquetas, colocamos un plato con el huevo batido y otro con pan rallado.
Tomamos pequeñas cantidades de masa y, ayudándonos con dos cucharas o con las manos, les damos forma alargada. Las pasamos por huevo, luego por pan rallado y las freímos en abundante aceite caliente (que cubra las croquetas completamente) de cuatro en cuatro como máximo (para que no se enfríe el aceite).
Una vez doradas, las sacamos y pasamos a un plato con papel absorbente para retirar el exceso de aceite.
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